John C. Lilly

 

Me gustaría dejar aquí mis apreciaciones personales sobre la obra de John Lilly, mejor dicho, sobre lo que yo pueda llegar a haber asimilado y comprendido, si es que he asimilado y comprendido algo.

Es  probable que el Dr. Lilly esté en lo cierto, o que al menos sus experimentos hayan estado muy bien direccionados, al punto que le imposibilitaron continuar con ellos de manera “oficial”, suspendiendo sus proyectos, quitándoles todo el apoyo con el que contaban. Eso es lo que relata al respecto de sus experimentos sobre la consciencia y la investigación neurofisiológica sobre los sistemas de recompensa y castigo en el cerebro, plasmados en sus notas personales y editados luego como una de sus obras más destacadas: “Programación y Metaprogramación de la Biocomputadora Humana”.
En la introducción ya nos advierte que:

“Todos los seres humanos, todas las personas que llegan a la edad adulta en el mundo de hoy son biocomputadores programados. Ninguno de nosotros puede escapar de nuestra propia naturaleza como entidades programables”

Me resulta muy interesante la manera en la que Lilly encara el estudio del cerebro y de la consciencia. Su modelo presenta distintos niveles en los que identifica estados específicos de la consciencia, desde los cuales podemos experimentar un amplio espectro de experiencias que abarcan niveles de bienaventuranza trascendente a prisiones eternas y dolorosas. Todo eso dentro de nuestra percepción, sea externa o interna. Y es en éstos últimos estados en dónde el Dr. Lilly ha puesto el foco.

Si partimos de la premisa de que el ser humano es una biocomputadora, cuyos niveles tanto físicos, psíquicos o espirituales dependen del estrato de conciencia que se esté “habitando” en determinado momento, es lógico determinar que si nos movemos de ciertos estados negativos que nos condicionan, podremos llegar a otros niveles en los cuales encontremos una realidad más benevolente y amorosa.

No pretendo aquí hacer un análisis de su sistema ni de los diferentes niveles que plantea, pero si quisiera mencionar un punto clave: la noción de que el cerebro y sus “programas” pueden modificarse a voluntad, sea ésta interna o externa. Y aquí entra la noción del programador, o “metaprogramador” que es quien puede introducir los nuevos “comandos” para que las nuevas improntas se realicen, en caso de que sea necesario modificar un estado patológico negativo/destructivo.

Ahora bien, para llegar a ese punto en donde el metaprogramador puede realizar su tarea, es necesario estar en un nivel de consciencia DESDE EL CUAL esto sea posible. Si nos encontramos en un estrato “superficial” no podremos hacer demasiado, ya que no es desde allí que se producen los cambios. Es necesario ahondar muy profundo en los niveles o “circuitos” cerebrales para llegar al punto desde el cual esto es posible.

Los métodos de los que se valió Lilly, en un contexto experimental controlado de laboratorio, fueron los de inmersión prolongada en tanques de aislamiento sumado al uso de “alteradores químicos de la consciencia” como el LSD, cuyo principio había sido aislado en esa misma época, y del cual el Dr. Lilly tenía acceso proveniente de los laboratorios Sandoz, en su máxima pureza. Todo esto antes de que se declarara ilegal al LSD y se SUSPENDIERAN todas las investigaciones científicas oficiales al respecto. (Hecho que no impidió continuar con los experimentos a los servicios de inteligencia, aunque con fines mucho más nocivos como el lavado de cerebro, la tortura y la reprogramación forzada. Estudios en los que ya no había un criterio de búsqueda objetivo, sino que se perseguían objetivos acordes a los intereses militares de espionaje, guerra psicológica y manipulación mental)

Es que, obviamente, el estudio de la mente y su funcionamiento puede derivar en múltiples facetas. Si se pretende obtener conocimiento de un tema tan delicado, se debe primeramente realizar un autoanálisis exhaustivo y se deben plantear objetivos nobles, que lleven a resultados positivos que amplíen el conocimiento sobre nuestra propia consciencia y recién desde allí comenzar a moverse hacia las aplicaciones que se deriven de los resultados obtenidos. Si se usan esos conocimientos para investigar de que manera se puede manipular a las personas y hacer de ello un arma de “guerra psicológica”, los resultados van a ser muy peligrosos y las aplicaciones sólo servirán a fines de estrechas miras. Todo conocimiento brindará diferentes resultados según la intención con que se los utilice.
Podemos estudiar la consciencia para aumentar el autoconocimiento y asi ser capaces de autosanar muchos de nuestros conflictos internos que nos incapacitan para ciertas cosas, o podemos etudiar la consciencia para, simplemente, aprender como dominar y manipular a los demás. Es muy claro cual tendencia seguían los primeros científicos que ahondaron en estas agua profundas, y cuales tendencias seguían en Washington..

Al respecto, uno de los puntos que enfatiza Lilly es el de “centralización del control de la consciencia”, cito de su obra “Programación y Metaprogramación”:

“En un biocomputador bien organizado, hay al menos uno de esos metaprogramas de control crítico. Digo al menos uno con conocimiento. La mayoría de nosotros tenemos varios controladores, autometaprogramadores que dividen el control entre ellos, ya sea en paralelo en el tiempo o en series de tiempo de secuencias de control. Como detallaré más adelante, un camino para el autodesarrollo es centralizar el control del biocomputador de uno en un programador automático, haciendo que los demás se conviertan en ejecutivos conscientes subordinados al administrador único, el único programador automático autoconsciente. Con los métodos apropiados, esta centralización del control, la operación de unificación elemental, es un estado realizable para muchos, si no todos, los biocomputadores.”

Bien, esta centralización del control de la conciencia, puede ser muy útil para unificar una consciencia disociada, con distintos programadores funcionando a diferentes niveles. El punto crucial es si somos nosotros los que de manera consciente le otorgamos el control a un metaprogramador central, subordinando los estratos inferiores a ese autometaprogramador, o si esa centralización nos es impuesta “desde afuera”. En el primer caso, esa centralización estaría dada como resultado de un trabajo interno y un esfuerzo autoconsciente de unificación, que nos proporcionaria un autocontrol y una percepción mucho más abarcativa de nosotros mismo que la que tenemos normalmente. En el segundo caso, por el contrario, estariamos subordinando nuestro propio control a directrices implantadas “desde afura”, que bien pueden ser positivas como nocivas y manipuladoras.

Respecto a la ingenieria social y la manera feroz en que los medios sugestionan la consciencia ordinaria de la “masa”, estaríamos ante un caso muy claro del segundo caso..

Volvamos a Lilly:

“Esencialmente, la metaprogramación es una operación en la que un sistema de control central controla cientos de miles de programas que funcionan en paralelo simultáneamente. Esta operación en 1972 aún no se realiza en computadoras hechas por el hombre. La programación de programas se realiza fuera de las grandes computadoras de estado sólido por los programadores humanos, o más apropiadamente, los metaprogramadores humanos. Todas las elecciones y asignaciones de lo que hacen las computadoras de estado sólido, cómo funcionan, qué entra en ellas siguen siendo opciones de biocomputadoras humanas. Eventualmente, podemos construir una computadora de metaprogramación y dar vuelta estas opciones en ella.”

Bien, en 1972 esto estaba bien planeteado, pero hoy en dia ya no estamos tan seguros.. La capacidad de cómputo que se ha desarrollado, incluso a un nivel cuántico como ya se está diciendo que es posible, deja a ésta afirmación un tanto atrás. ¿Estaremos llegando al punto en que los humanos ya no sean los únicos metaprogramadores? ¿Será posible que en un futuro cercano las I.A. se conviertan en los metaprogramadores por excelencia? ¿Tal vez ya lo sean? Nuestro presente contiene posibilidades aún más inquietantes.. Por lo que es fundamental que entremos en contacto y experimentemos con todos los métodos que nos sirvan para lograr el mayor nivel posible de autoconsciencia y autometaprogramación. Hoy en día, son fundamentales estas herramientas para navegar sobre las aguas turbias que estamos transitando, plagadas de feroces “programadores de guerras silenciosas”.

A través de nuestra consciencia podemos liberarnos gradualmente de todos los conflictos y ahondar en el infinito del autoconocimiento.  Pero debemos emprender la tarea con humildad, temple y discernimiento. Si desconocemos lo que somos, jamás podremos desarrollar aquello que somos, y es muy probable que seamos prisioneros que sirven a intereses de seres involucionados que han encontrado las herramientas básicas para dominarnos.

En otra de sus obra, El centro del Ciclón, Lilly se refiere al mecanismo de “premio y recompensa” del cerebro. Allí dice:

“Por consiguiente, si me siento mal o eufórico, en lo que respecta a mí, atribuyo falsamente omnipotencia a una parte del sistema, como si ésta pudiese conocer la totalidad, cosa que es imposible. Los sistemas negativos del cerebro son sólo partes de los sistemas en los que yo vivo, como lo son los positivos. El estímulo del sistema negativo me obliga a la aversión; el estímulo del sistema positivo me obliga al afecto.”

Según cuenta de su experiencia, luego de una de sus primeras sesiones en los tanques de inmersión en la cual experimentó niveles elevados  insospechados de su propia consciencia, tuvo un efecto retroactivo que lo llevó a un nivel bajísimo y negativo que casi le cuesta la vida. Gracias a ello descubrió que, cuando estamos inmersos en un nivel, sea cual sea, lo experimentamos como “el único existente”. Si el nivel es negativo, nos sentimos aprisionados y “sin salida”. Mientras experimentamos ese estado creemos que no existe otro, que  NO HAY posibilidad de cambio, que no existe otra realidad posible. A ese punto el desconocimiento de nuestra totalidad y de la posibilidad de cambio y autoprogramación puede llevarnos a estados negativos extremos y peligrosos. Ni hablar en el caso de que estemos “programados desde afuera”. Viendo como se están dando los eventos en el mundo de hoy, y de cómo se está “metaprogramando” de manera negativa a toda la población, estas reflexiones bastarían para ponernos en guardia contra toda sugestión proveniente de fuentes dudosas.

Espero que esta presentación y estas pequeñas reflexiones nos motiven a ahondar en todo método que nos lleve hacia el autoconocimiento y la autometaprogramación. Menciono sólo de pasada aquí el paralelismo entre el Dr. Lilly y el sistema de circuitos cerebrales que desarrolló Timothy Leary. Si bien no coincido con los objetivos finales a los que llegó Leary (SMILE =Space Migration, Intelligence, Life Extensión) creo que bien vale la pena familiarizarse con esos “8 circuitos”. Al respecto, Robert Anton Wilson también los menciona y nos relata sus experiencias en su transito a traves de dichos circuitos. Recomiendo ampliamente estudiar sus respectivas obras, tanto de Leary, como de Lilly y Wilson.

Gracias por su atención.


         John Cunningham Lilly (Saint Paul, 6 de enero de 1915 – Los Ángeles, 30 de septiembre de 2001).



 

Comentarios

  1. Creo que otra manera de poder hackear los programas instalados y generar nuestros propios comandos es pidiendo confrontarse con otra bio computadora , que halla un diálogo entre ellas, ya que la palabra viene siendo un medio de directrices que generan que corran programas en distintos niveles, si concientemente empezamos a evacuar lo que el pensamiento nos dice a través de la palabra para poder ser confrontados por otro que pueda hacernos ver qué lo que pensamos no es tan así allí hay un comienzo de limpiar el disco duro de programas indeseable y adquirir conciencia de como funcionamos, no niego que por ahí un sicólogo pueda escuchar pero no va a a hablar de su propia experiencia ni va exponer su propio pensamiento o los programas a los que les permite dejar correr en su propia autovaloracion o sus propias acciones, más bien poder hablar con otro como iguales, empujar de tal modo la honestidad para poder dejar en evidencia al propio pensamiento permitiendo un punto de vista distinto al nuestro con tal de poder salir de la autosuficia por qué temo que aunque se pueda lograr metaprogramarse con diferentes técnicas aún seguiríamos en dentro del sistema propio, por eso me gusta cuando mención humildad, por qué se requiere para poder decirle a otra bio computadora : hey mira lo que mi programa interno me está diciendo, ¿Está bien? ¿Debo creerle?, De tal modo empezar a dejarse confrontar y ser receptivo a lo que se nos dice y poder cotejar sistemas entres si adquiriendo de apoco la conciencia de si.

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    1. Ud. lo ha dicho caballero! Con solo la autometaprogramación no basta! Porque podríamos estar creando un sistema de creencias horrible sin darnos cuenta.. Confrontar pacíficamente ante los demás, mientras el diálogo sea posible..

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